La vida de Irene…

Caminando sin rumbo por las calles, duermo entre cartones,

necesito trabajo: toco una y otra puerta, todas se cierran en mis narices.

Doña Lali, abre, me mira de arriba abajo, mis ojos miran al suelo,

ropa harapienta, sucia, zapatos rotos, descoloridos.

Ella, me levanta la barbilla, ——¿cómo te llamas?, con voz casi inaudible respondo —-¿Tienes hambre? —-respondo con la cabeza,  —–un plato caliente me reconforta, me hace pasar al baño, una ducha y ropa limpia.

—-¡Me queda grande!, ese olor a limpio, me hace recordarla, a ella.—- ¡Mi madre!…

Dos lagrimas corren por mis mejillas…