Los pies…
Los pies corrían por las calles,
nuestras familias agarradas de las manos,
se abrazaban, comían, reían juntas.
Caras de mil colores, mil lenguas se escuchaban.
Sin importar las aparentes diferencias,
un corazón enorme nos unía!
a
Los pies corrían por las calles,
nuestras familias agarradas de las manos,
se abrazaban, comían, reían juntas.
Caras de mil colores, mil lenguas se escuchaban.
Sin importar las aparentes diferencias,
un corazón enorme nos unía!
a
De pie en la ventana,
mi vista baja a la acera,
dos naranjos llenos de naranjas y flores de azahar, dan color y olor al espacio.
Recorro la calle vacía,
mi mirada sigue el movimiento y canto de los pájaros,
que de arbol en arbol saltan sin parar.
Vuelan solos, pero en el suelo, parecen comunicarse.
Una mancha amarilla cubre parte del suelo.
jamargos y diminutas margaritas se abren en el parque.
Un perro corre, una mujer con mochila le sigue,
los pájaros continúan su juego,
mis ojos pegados a la ventana, sienten calma,
elevo la respiración, con la expiración, me siento en el borde de la cama…
V
Desde mi ventana, miro el verde de un parque sin bancos,
los pájaros asoman sus cabezas y saltan de un olivo a otro.
Las bandadas suben y bajan al suelo, algun paseador de perros fuma.
Dos palomas se acercan, los vencejos huyen, algunos se esconden entre las hojas.
Giro la cabeza hacia dentro, una cama deshecha, el edredon cuelga al suelo.
En la radio de la mesita de noche, una entrevista sobre el papel de la unión europea,
en la crisis del «Covid19″.
Yo pierdo el horizonte.
Pájaros y palomas planean en el aire.
Qué puedo hacer?… una pequeña empresa, dos empleadas…
el gobierno no sabe que existimos, invisibles autonomos al servicio de la salud.
Trabajamos cara a cara con nuestros pacientes.
No hay metro de distancia…»Somos DENTISTAS»
Ahí estaba yo, defendiendo lo indefendible.
Pidiendo clemencia para él.
Con las rodillas clavadas al suelo,
en mis noches de desvelos.
Las cuentas del rosario,
resistiendo los callos de mis dedos.
Mi voz y mi llanto, cubriendo el miedo,
el chal de mis hombros, tapando mis heridas,
las gafas de sol, disimulando moretones…
y yo, seguía frente al juez…
¡defendiendo lo indefendible!
Quizas dí por sentado mil palabras,
que no dije.
Quizas olvidé que creciste en otro tiempo.
Tú con mil razones,
yo con mil perdones,
yo queriendo huir,
mientras tú, buscabas el frente…
Recorriendo los pasajes de mi mente,
ese camino de más de trescientos días,
iba encontrando en cada rincón,
momentos diferentes.
olvidé la meta, y me centré en en el paisaje,
a veces fué oscuro,
pero, en general predominaba la luz.
Encontré gente bonita que caminaba a mi lado,
no las había visto,
hasta que dejé de pensar en el final,
La risa, la poesía,
hicieron que mi memoria se abriera a ese espacio,
tan mío que creía olvidado.
Se acabó el 2019, dejando un sabor vital,
que se extenderá al siguiente camino.
los 20…
Subí al autobús, mientras observaba el paisaje,
mi memoria se perdía en el horizonte,
las nubes me envolvían,
el agua del mar rozaba mis pies,
la música penetraba en mi oído,
como un balsamo sanador,
tres caritas esperando mi llegada,
sonreían al pie de la estación,
al abrir la puerta…¡Desperté!
Quise darte amor,a pesar de tus desplantes,
quise darte amor, a pesar de tu distancia,
quise darte amor, a pesar de tus faltas de respeto,
quise amarte, a pesar del ambiente que nos rodeaba.
Pero, me falló el amor,
cuando quisiste levantar tu mano contra mi…
Disparé, disparé!!…
Ayer después de un desencuentro casero,
me acerqué a la iglesia, entré al confesionario,
mientras le explicaba al cura la situación,
el teléfono móvil empezó a sonar,
metí la mano en el bolso,
no había manera de encontrarlo para silenciarlo,
me vi obligada a sacar todo y ponerlo en el suelo,
en medio de mi sofocación,
el cura acercó la cara a la rejilla de la cabina,
al moverme mi pie tropezó con un spray pimienta que llevaba,
el líquido se disparó y fué directo al ojo del cura,
que ciego gritaba con todas sus fuerzas,
mientras me maldecía…
Me senté en un rincón del bar,
una copa siguió a la otra,
y, otra, otra, otra,
un gato tumbado en mis pies saboreaba los aperitivos.
La camarera empezó a bajar las persianas,
la gente salió del local.
Olvidé mi dirección, sabía que un olivo había en mi puerta,
el gato decidió acompañarme, subimos a la copa del arbol.
Los rayos del sol aparecían en mi cara,
mi cabeza colgaba del hombro del bombero,
mientras me bajaba del techo de mi vecino.
Yo creí en el gato…¿Que me daría de beber?
¡ Gato traidor!