La guerra invisible había pasado,
nos mirabamos de frente,
reconocíamos el amor en cada rincón,
nos abríamos a los demás, y vencíamos los miedos…
La fuerza del sol, iluminó nuestro semblante,
el poder de la tierra alimentó nuestros cuerpos,
las abejas nos dieron su miel.
Mi casa grande llena de calles, parques y confetis,
se llenó de multiples colores…
Eramos uno!